“El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado”
(Mc 2, 27)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
En el evangelio de este día Jesús vuelve a ser criticado por la actitud de sus discípulos. Esta vez, por comer espigas el día sábado e ir en contra de las normas de precepto. Crítica que mueve a Jesús a resaltar el valor de la vida y de las necesidades humanas sobre las prescripciones rituales a través del ejemplo de David y sus hombres: “¿No han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Comió de los panes presentados, que solo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros”. Tal vez en nuestra vida espiritual como los fariseos damos mayor importancia a los rituales externos que mueven nuestra fe, en lugar de preocuparnos por poner en práctica aquello que Jesús nos comunica en su Palabra. Pidámosle hoy al Señor, la gracia de no anteponer nuestra religiosidad a las necesidades reales de quienes nos rodean.
Reflexionemos: ¿Cómo vivimos nuestra religiosidad?, ¿qué enseñanza nos deja el ejemplo de David y sus hombres?
Oremos: Enséñanos, Señor, a vivir siempre una religiosidad comprometida con la vida y las necesidades de quienes nos rodean. Amén.
Recordemos: Nuestra experiencia de fe no se mide tanto por prácticas rituales externas sino por las relaciones y la solidaridad que construimos con los demás.
Actuemos: Pidamos perdón al Señor en este día, por las veces en que damos mayor importancia a las prácticas externas de nuestra fe y olvidamos ser serviciales con nuestros hermanos.
Profundicemos: Nuestra fe crece y cobra sentido en la medida en que hacemos de ella un puente d encuentro y comunión con quienes nos rodean (Libro: 100 notas para vivir la sinodalidad).