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18 de Enero

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura de la Carta a los Hebreos 7, 1-3. 15-17

Hermanos: Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, cuando Abrahán regresaba de derrotar a los reyes, lo abordó y lo bendijo, recibiendo de él el diezmo del botín. Su nombre significa “rey de justicia”, y lleva también el título de rey de Salén, es decir, “rey de paz”. Sin padre, sin madre, sin genealogía; no se menciona el principio de sus días ni el fin de su vida. En virtud de esta semejanza con el Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. Y esto resulta mucho más evidente si surge otro sacerdote a semejanza de Melquisedec, que lo sea no en virtud de una legislación carnal, sino en fuerza de una vida imperecedera; pues está atestiguado: “Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec”.

 

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 109, 1-4

R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

Oráculo del Señor a mi Señor: “Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies” /R.

Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos / R.

“Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, desde el seno, antes de la aurora” / R.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: “Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec” / R.

Aclamación antes del Evangelio (Cf. Mt 4, 23)

Jesús proclamaba el Evangelio del reino, curando las dolencias del pueblo.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 3, 1-6

¿Está permitido en sábado salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?

En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis: “Levántate y ponte ahí en medio”. Y a ellos les preguntó: “¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?”. Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: “Extiende el brazo”. Lo extendió y quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con Él.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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