“Los que cumplen la voluntad de mi Padre, entrarán al reino de los cielos”
( Mateo 7, 21. 24-27)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
En el Evangelio de éste día podemos escuchar claramente el mensaje de Jesús: “Todo el que escucha mis palabras y las pone en práctica, se parece al hombre sensato que edificó su casa sobre la roca”. Es decir, abrir el corazón para cimentar nuestra vida en Jesús, que es nuestra roca de salvación; es quien nos comunica el amor y la misericordia del Padre, es aquel que nos enseña el modo de responder al Señor con un corazón confiado, como aquel que cree y se abandona en el Dios de la esperanza. No podemos construir un proyecto confiando sólo en nosotros mismo y sacando a Dios de nuestra vida. Es necesario escuchar con atención, obrar poniendo el corazón y hablar con palabras que manifiestan la ternura del Señor, porque sólo así nos hacemos solidarios con quienes están a nuestro lado y con el mundo que anhela el reinado de Dios. Él es nuestra fuerza y salvación.
Reflexionemos: En medio de tantas realidades de muerte, dolor, exclusión y explotación en que se ve envuelta la humanidad: ¿Dejo que la Palabra de Dios sea el fundamento para salir al encuentro de aquellos que viven en condiciones de vulnerabilidad?
Oremos: Señor, pon en mí un corazón sincero. Que mis Palabras y acciones sean el reflejo de tu amor que lo llena todo. Que mi experiencia de fe y mi modo de ser, sea un medio para que otros te conozcan, amen y sigan. Amén.
Recordemos: “No son los que me dicen: ‘Señor, Señor’, quienes entrarán al reino de los cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo”.
Actuemos: ¿Sabes de alguien que esté pasando por un momento crucial en su vida? Hazte solidario, manifiéstale amor y ternura sin esperar nada a cambio.
Profundicemos: “Los grandes saben escuchar y de la escucha hacen, porque su confianza y su fuerza está en la roca del amor de Jesucristo” Papa Francisco.
Te invitamos a profundizar La Palabra de Dios con el Misal popular .