“Mis palabras no pasarán”
(Lc 21, 33)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Llegar al final del año litúrgico es reconocer la centralidad que las enseñanzas de Jesús tienen en nuestra vida y los frutos que ellas han gestado en nuestro corazón a lo largo de este tiempo. Enseñanzas que no solo iluminan nuestro camino de fe sino que también lo alimentan y lo sostienen, especialmente en los momentos de crisis, confrontación y dificultad, así como lo afirma Jesús en el evangelio de este día: “El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán”. Aprovechemos esta jornada para revisar nuestra vida y preguntarnos por las semillas que el evangelio ha sembrado en cada nuestra mente y en nuestro corazón a lo largo de este año. Así mismo, por la manera, como nos ha ayudado a superar las dificultades.
Reflexionemos: ¿Qué frutos ha sembrado la Palabra de Dios en nuestra vida?, ¿nos ha ayudado a crecer en nuestro camino de fe?
Oremos: Gracias, Señor, por los frutos que tu Palabra ha sembrado en nuestra vida a lo largo de este año litúrgico. Que ella sea siempre nuestra luz, fuerza y alimento. Amén.
Recordemos: La Palabra de Dios permanece siempre.
Actuemos: Agradezcamos al Señor en este día por los frutos que la Palabra de Dios ha gestado en nosotros en este año litúrgico.
Profundicemos: El año litúrgico nos ofrece la oportunidad de caminar junto a Jesús a la luz de su Palabra (Libro: Celebraciones para el año litúrgico).