“Pero el final no vendrá enseguida”
(Lc 21, 9)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
La realidad que narra el evangelio de este día no es ajena a la realidad que vivimos. Al igual que las primeras comunidades cristianas nuestra vida está marcada por signos de guerra, muerte, engaño y destrucción que en momentos nos roban la fe, la paz y la esperanza. Pese a ello, Jesús nos llama a mantener viva la confianza y a reconocer que estos acontecimientos si bien nos afectan, no determinan nuestra vida y nos abren a un horizonte mayor de fe, es decir, la fe que nos viene de su gracia y su presencia viva entre nosotros. Pidamos al Señor, la valentía de superar con fe las realidades adversas de nuestro mundo actual. La capacidad de no dejarnos robar nuestros sueños e ilusiones de trabajar por un mundo más humano, fraterno y misercordioso.
Reflexionemos: ¿Qué signos de guerra o muerte roban hoy la paz de nuestro corazón?, ¿reconocemos la presencia de Dios en ellos?
Oremos: Ayúdanos, Señor, a superar con fe las adversidades y los desafíos de la vida. A no perder la paz, la esperanza, ni la confianza en ti. Amén.
Recordemos: Dios nos fortalece en las debilidades.
Actuemos: Pongamos en manos del Señor en esta jornada las realidades que roban la paz de nuestros hogares.
Profundicemos: La paz es una actitud que debemos cultivar cada día y afianzar de la mano de Dios para mejorar nuestras relaciones personales y familiares (Libro: Darse paz)