25 de Septiembre

“Ahora él tiene aquí felicidad y tú tormentos”

(Lc 16, 25)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

El evangelio de este domingo abre nuestro corazón a la compasión y a la misericordia a través de la historia del pobre Lázaro y el rico Epulón. Así mismo, nos lleva a reconocer en la situación de Lázaro, una realidad que no es ajena a nosotros hoy y que nos llama también a una conversión de corazón. Tal vez como el rico Epulón, llevamos una vida cómoda, centrada en nuestros propios intereses y poco abierta a las necesidades de los demás. Una vida que pasa de largo frente a la realidad de sufrimiento de tantos hermanos nuestros que como Lázaro, reclaman nuestra atención y el mínimo de compasión: “Se la pasaba tendido delante de la puerta del rico, cubierto de llagas y deseando calmar el hambre con lo que caía de la mesa del rico”. Pidamos al Señor en este día, la gracia de no ser indiferentes ante las necesidades de nuestros hermanos, de ser personas más solidarias, atentas, generosas y abiertas a compartir aquello que tenemos con quienes más lo necesitan.

 

Reflexionemos: ¿Qué enseñanza nos deja la historia de Lázaro y el rico Epulón?, ¿somos solidarios con los demás?

 

Oremos: Danos, Señor, un corazón generoso y solidario que no sea indiferente a las necesidades de tantos hermanos nuestros que no tienen lo necesario para vivir. Amén. 

 

Recordemos: La compasión nos mueve a solidarizarnos con las necesidades de quienes nos rodean.

 

Actuemos: Aprovechemos esta jornada para revisar nuestra vida y preguntarnos cómo enfrentamos las dificultades y los sufrimientos, si los acogemos o los rechazamos.

 

Profundicemos: Jesús nos enseña con sus gestos y acciones la manera de ser compasivos y misericordiosos con los demás (Libro: Misericordia y consolación).

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