“Vendrán de oriente y occidente a tomar parte. En el banquete del reino de Dios”
(Lucas 13, 22-30)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
San Lucas presenta al Señor Jesús ante la pregunta casual de un oyente ¿serán pocos los que se salven? , él le responde “Esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque muchos intentaran entrar y no lo conseguirán. La vida cristina requiere esfuerzo, fatiga, exige fe. No se trata de realizar esfuerzos voluntaristas para conquistar la salvación, sino predisponer cada fibra de nuestro ser para acoger el don de la gracia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven.
Para entender correctamente su invitación a “entrar por la puerta estrecha hemos de recordar las palabras de Jesús “Yo soy la puerta”; si uno entra por mi será salvo” (Juan 10,9). Entrar por la puerta estrecha es seguir a Jesús, aprender a vivir como él; tomar su cruz y confiar en el padre, que lo ha resucitado. En efecto, nuestras batallas tiene sentido y la esperanza de la victoria sólo se encuentra en la relación con Jesús. Por eso él habla de un dueño de la casa, el Señor, el que puede abrir y cerrar la puerta; solo a él le corresponde el juicio sobre cada uno de nosotros. Y se trata de un juicio que revelará la verdad profunda de nuestra vida, la realidad de nuestra comunión vivida o no con Cristo.
“Hay quienes estando de últimos quedaran de primero, y quienes estando de primeros quedaran de últimos”, esta afirmación de Jesús nos pone en guardia. Se trata de una importante advertencia para valorar el hoy de nuestra existencia no según criterios terrenales y superficiales, sino a través de sus mismos ojos.
Oremos: Señor, haznos humildes y sencillos de corazón, para dejarnos conducir por ti en el camino que lleva a tu Reino, a cruzar la puerta estrecha que implica negarme a mí mismo. Amén.
Recordemos: ¿Señor serán pocos los que se salven?
Actuemos: ¿Qué nos exige hoy Jesús: “Esfuércense en entrar por la puerta estrecha”.
Profundicemos: ¿Vivimos nuestra fe con las puertas abiertas de nuestro corazón? ¿Confiamos en la gracia del Señor Jesús? Este Evangelio nos empuja a entrar por la puerta estrecha?