“Alégrense más bien de que sus nombres estén grabados en el cielo”
(Lc 10, 20)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Jesús quiso asociar a su misión a otras personas que como él, sintieran en su corazón las necesidades de los demás y el profundo deseo de comunicar a todos, el gran amor de Dios Padre por la humanidad. Primero asoció a los Doce, luego llamó a otros setenta y dos, como lo narra el evangelio de hoy, con la tarea especial de ir primero a los lugares donde él, quería llegar. Para ello, los advierte de los peligros del camino, los invita a llevar solo lo necesario y a compartir con sencillez aquello que les ofrezcan en cada lugar. Sin embargo, fueron otros intereses los que gobernaron su corazón como el poder de expulsar demonios y el reconocimiento, tal como se percibe a su regreso. Tal vez, como los setenta y dos, también son otros intereses los que mueven nuestra fe y nuestra adhesión al proyecto de Jesús. Aprovechemos esta jornada para entrar en diálogo profundo con él, y reconocer a la luz del evangelio, las verdaderas motivaciones que nos mueven a seguirlo.
Reflexionemos: ¿Qué nos motiva cada día a seguir a Jesús?, ¿qué intereses mueven realmente nuestro corazón?
Oremos: Purifica, Señor, nuestro corazón de todo aquello que nos impide seguirte con sincero corazón, especialmente, de los intereses personales que anteponemos a los tuyos. Amén.
Recordemos: Jesús quiere vincularnos también hoy a su misión evangelizadora. Por eso, nos invita a trabajar en primer lugar, por los valores del Reino.
Actuemos: Pidamos perdón al Señor, en este día, por las veces en que sobre ponemos nuestros intereses a los suyos.
Profundicemos: Trabajar por el Reino, es dar a Dios el primer lugar en todo (Libro: Cuando me enamoré, te puse en primer lugar).