“El vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan”
(Mt 9, 17)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Seguir a Jesús y llevar a la vida de cada día sus enseñanzas, implica disponer diariamente nuestro interior para acogerlo, pero sobre todo dejar que su Palabra nos transforme gradualmente. Así mismo, Jesús en el evangelio de este día, a través de la imagen de los odres viejos y del vino nuevo, nos invita a reconocer la importancia de tener un corazón y una actitud disponible, para acoger diariamente el vino nuevo de su Palabra. Pues de nada nos sirve orar mucho con ella, si realmente no nos mueve a pensar, actuar y sentir de manera diferente. Pidamos al Señor, en este día la capacidad de escuchar con fe sus enseñanzas y ser esos odres nuevos, que almacenan en su mente y en su corazón, gestos y actitudes que transforman no solo nuestra vida, sino también la de todos aquellos que nos rodean.
Reflexionemos: ¿Cómo acogemos y escuchamos cada día la Palabra de Dios?, ¿cómo podemos ser un odre nuevo que conserve en su corazón la Palabra de Jesús?
Oremos: Gracias, Señor, por todos los valores y las enseñanzas de vida que nos comunicas en tu Palabra. Que iluminados por tu Santo Espíritu, podamos guardarlos en nuestro corazón y traducirlos en gestos y actitudes concretas. Amén.
Recordemos: Cada uno de nosotros está llamado a ser un odre nuevo, que resguarde en su interior los valores del Evangelio y alimente con ellos, la vida de los demás.
Actuemos: Aprovechemos esta jornada para preguntarnos qué tipo de odre somos y cómo podemos ser, bajo la luz de la Palabra y la acción del Espíritu Santo, uno mejor.
Profundicemos: Saber orar con la Palabra de Dios y llevarla a nuestra vida, es un desafío constante que tenemos como cristianos. Alimentarnos de ella constantemente, nos ayudará a ser esos odres nuevos que resguardan en su interior, el vino nuevo de Jesús (Libro: Con la Biblia y un café).