«El sábado se hizo para el hombre
y no el hombre para el sábado».
(Marcos 2, 23-28)
Un día de sábado, Jesús y sus discípulos atravesaban un sembrado y ellos que probablemente tenían hambre cogían espigas, las frotaban con las manos y las comían; Jesús con su silencio aprobaba lo que hacían.
Pero los fariseos reprocharon su actitud diciendo: ¿por qué permites que hagan en sábado lo que no está permitido?”. Y Jesús, después de recordarles lo que hizo David cuando sus soldados tenían hambre, les dijo «el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado».
Para Jesús “la persona” y sus necesidades están primero que las normas porque todo ser humano es la imagen viva de Dios y lo que hacemos por él o contra él lo hacemos a Dios.
Reflexionemos:
¿Reconozco la presencia de Dios en las personas que viven a mi lado? ¿Trato a los demás como quisiera ser tratado yo? ¡Señor líbrame de mis actitudes egoístas!
Oremos:
Gracias Jesús porque con tus palabras y actitudes nos enseñas a amar como Tu nos amas; y haznos dóciles a tu santo Espíritu para que nos enseñe a amar a tu manera. Amén.
Recordemos:
“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? … el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es” (1 Corintios 3:16–17).
Actuemos:
Tratare a cada persona con respeto y veneración porque es la imagen viva de Dios y El ha hecho de ella su morada.
Profundicemos:
La grandeza de una persona está en su corazón, en su humildad y en su forma respetuosa de tratar a los demás. Eduardo Alighieri