¿Tú eres Rey? Eres tú quien lo dices. “Yo soy rey” Para esto he venido al mundo (Juan 18, 37)
Celebramos hoy con profunda alegría la festividad de Cristo Rey del universo: No ha sido el mundo que ha proclamado Rey a Jesús, sino el Padre Dios que lo envió a instaurar en esta tierra Su Reino de amor. El reinado de Dios es la novedad más hermosa de la historia: Un reino que no se construye con la dominación y el poder, sino con la donación y el. Servicio. Jesús lo inauguró haciéndose el último de todos, liberando a los oprimidos por el mal y entregando su vida por amor.
Ser discípulo de Cristo es participar de su realeza; somos reyes, sacerdotes y profetas porque participamos de su filiación divina y somos herederos de Su Reino que nunca acabará; esta altísima dignidad nos compromete a seguir con alegría los pasos de Jesús.
Al proclamar a Cristo como Rey y Señor de la historia nos comprometemos a seguir construyendo con Él su Reino de amor, de justicia y de paz allí donde nos encontramos.
Reflexionemos:
¿Cómo contribuyo para que en mi familia, entre mis amigos y colegas de trabajo se viva un ambiente de fraternidad y armonía? ¿Siento que allí donde estoy soy un constructor de paz? ¡Señor, venga a nosotros tu Reino!
Oremos:
Señor Jesús, reina en el corazón de todos los que nos gloriamos de ser tus discípulos. Haz que con gestos concretos y cotidianos de acogida, respeto y cariño construyamos ambientes donde todos sintamos la alegría de seguirte. Amén
Profundicemos:
Cristo es un Rey cuyo trono es la cruz; su cetro la verdad; su ley el amor; su vestidura la humildad, y su corona real, una de espinas labrada con nuestros pecados. Su Reinado se extiende a todos los pueblos, a cada familia y a cada corazón.
(Libro: «“Una lectura contemplativa del evangelio de Juan” Elena Bosetti).