“Perdónanos nuestros pecados” (Lc 11, 3)
El evangelio de este día nos pone en contacto con una de las grandes necesidades que como creyentes tenemos y que sin lugar a duda, nos gustaría afianzar mucho más: “Señor, enséñanos a orar”. Jesús, responde a él, invitándonos a reconocer en primer lugar a Dios como un Padre amoroso, que provee todo lo necesario para la vida como el alimento cotidiano, el perdón de nuestras faltas y la liberación de las tentaciones. Un Padre que a la vez que nos perdona, nos pide también, ser signos de su amor y su misericordia hacia los otros. Pidamos al Señor, en este día la gracia de aprender a reconocer en Dios a nuestro Padre del cielo, que nos alimenta cada día con el pan de su Palabra y nos invita a hacer del perdón, nuestro mayor referente de vida.
Reflexionemos:
¿Reconocemos a Dios como nuestro Padre del cielo?, ¿cómo llevamos a nuestra vida las peticiones del Padre Nuestro?
Oremos:
Danos, la gracia, Señor, de aprender a reconocer a Dios como nuestro Padre del cielo y dirigirnos a él, con tu mismo amor, fe y confianza. Amén.
Recordemos:
La mejor oración que tenemos para dirigirnos a Dios, es a través del Padre Nuestro.
Actuemos:
Contemplemos en esta jornada cada una de las peticiones del Padre Nuestro y presentémosle a Dios, aquella que más llega a la realidad que vivimos o expresa lo que necesitamos.
Profundicemos:
El Padre Nuestro constituye no solo una oración dirigida a Dios, sino también un camino para vivir en Cristo (Libro: Padre Nuestro. Itinerario espiritual).