“La puerta de las ovejas soy yo” (Jn 10, 9)
En el evangelio de este cuarto Lunes de Pascua, Jesús se define a sí mismo como la puerta de las ovejas, es decir, como aquel que conduce nuestra existencia a la salvación: “Yo soy la puerta: si alguien entra por mí, se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará pastos”. Como el verdadero pastor, Jesús llama a cada uno de nosotros por nombre propio, camina al frente nuestro y conduce nuestros pasos hacia el verdadero conocimiento del Padre. Con sus enseñanzas, nos ayuda a experimentar el gran amor que Dios siente por nosotros y su gran misericordia. Así mismo, el llamado que nos hace a participar de su misma vida divina: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante”. Pidamos al Señor, que en este tiempo de Pascua aprendamos a escuchar cada vez más su voz en la Palabra, a reconocer los valores que nos comunica a través de ella y a reconocer el camino de salvación que ha dispuesto para cada uno de nosotros en las realidades actuales que vivimos.
Reflexionemos:
¿Reconocemos a Jesús como la puerta de acceso a la vida de Dios y a nuestra salvación?, ¿cómo podemos fortalecer en este tiempo de Pascua nuestra escucha y vivencia de la Palabra?
Oremos:
Gracias, Señor, por ser la puerta que nos conduce a la salvación. Gracias porque a través de tus enseñanzas, nos permites reconocer el gran amor que Dios nos tiene y el camino que estamos llamados a recorrer para ser partícipes de él. Amén.
Recordemos:
Jesús es la puerta que nos conduce al conocimiento y a la vida de Dios.
Actuemos:
Pidamos perdón al Señor en este día por las veces en que no hemos sido signo de salvación para los demás, porque nos hemos cerrado en nuestros propios intereses y no hemos sido una puerta abierta para ellos.
Profundicemos:
Ser puertas abiertas, es ser ante todo personas acogedoras que sepan acoger a los demás aún con sus diferencias. Es ser personas que favorezcan la comunión, la tolerancia y el cambio. (Libro: Cambiar de rumbo, del poder a la grandeza).