“El Padre ama al Hijo y le ha dado poder sobre todas las cosas” (Jn 3, 35)
En este tiempo de Pascua el resucitado sale a nuestro encuentro para renovar nuestra fe e invitarnos a reconocer que vive en medio de nosotros a través de su Palabra. Jesús es quien mejor nos comunica con su vida, su mensaje y sus acciones la vida eterna de Dios. Una vida que nos llama en primer lugar a conocerlo y a nutrirnos de sus enseñanzas aquí en la tierra, para luego participar de su gloria en el cielo. En el evangelio de hoy, el resucitado nos enseña que el requisito principal para entrar en la eternidad de Dios es creer en su Palabra y en las obras que realiza gracias a la acción del Espíritu: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero el que desobedezca al Hijo no gozará de ella, sino que tendrá que sufrir el castigo divino”. Pidamos, al Señor, que renueve en este día nuestro amor por la Palabra, para que iluminados por ella, podamos ser continuadores de sus enseñanzas y participar de la vida eterna de Dios.
Reflexionemos:
¿Cómo es nuestra relación con la Palabra de Dios?, ¿reconocemos en ella la presencia de Cristo resucitado?
Oremos:
Aumenta, Señor, nuestro amor por la Palabra. Que podamos descubrir en ella las enseñanzas que nos comunicas, fortalecer nuestra fe y reconocer la vida eterna a la que nos llama el Padre. Amén.
Recordemos:
Cristo resucitado es quien nos guía con su Palabra, al encuentro definitivo con Dios.
Actuemos:
Reservemos en esta jornada un espacio para encontrarnos a solas con Dios y orar con la Palabra.
Profundicemos:
La Palabra de Dios sale a nuestro encuentro cada día para ayudarnos a iluminar las diferentes realidades que vivimos y experimentar que Dios camina a nuestro lado. (Libro: Evangelio Palabra de vida).