Sentadas en la sala de estudio como cada jueves para compartir las últimas iniciativas apostólicas, se sorprenden ante cada una de las novedades y posibilidades que los medios y expresiones de la comunicación hoy brindan a la misión, y entre sonrisas que afloran al tocar la puerta de la memoria expresan: “Como si fuese ayer, cuando nos abríamos paso ante el desafío y los sueños que despertaban en nosotras las ilusiones de la misión…”. Y así, una a una, nuestras hermanas mayores nos comparten los latidos de su vocación Paulina…
Se comenzaba el apostolado muy temprano con el rezo del santo Rosario y las jaculatorias, con el ánimo de fortalecer y acompañar las actividades técnicas. “Los libros al inicio se hacían a mano, letra a letra, y debíamos tener muchísimo cuidado, pues cualquier error paraba todo. Luego se adquirió una linotipo y así logramos agilizar. Era una máquina plana marca ‘Heidelberg’ de tamaño de un pliego de 50×70, teníamos también una guillotina ‘Nebiolo’ de pliego, que aprendimos a manejar con mucho cuidado, una máquina de coser con hilo, moderna para la época. Cuando la técnica fue perfeccionándose, se compró una imprenta ‘Abdon’ de medio pliego…”. Cuenta la Hermana Patricia, mientras con sus manos va dibujando incluso, las manchas de tinta que atestiguaban tal empeño. “Y qué decir, cuando nos llevaron a ver las producciones que se hacían en el periódico el Tiempo: qué cosa tan bella… Cuánto asombro, y cuando se tuvo la oportunidad, se compraron máquinas nuevas”, suspira la Hermana Cecilia.
Las sonrisas de la Hermana Amparo interrumpen esta poesía técnica… y es que en unas de esas noches, entre el doblez de pliegues, tintas, hilos y cortadora, se aproximaba el cumpleaños de la hermana superiora Teresita Conti… muy querida por todas. “Ensayábamos también para la celebración que se hacía con lindos y divertidos recreos, la Hermana Margarita se escapó del grupo y después de un buen rato, se apareció con un delicioso caldo de gallina, que según dicen, hecho con una gallina que le arrebató a Sultán, el perro de la casa que amenazaba con comérsela…”, risas de pilatuna suenan en la sala … “pues muchas veces amanecíamos en las producciones, pero no nos importaba… nos sentíamos muy contentas…”.
“Nos íbamos de propaganda de casa en casa, oficina en oficina, barrio en barrio, pueblo en pueblo, y hasta aprendimos a cambiar las llantas del carro”, trata de compartir la Hermana Amalia, en los pocos recuerdos que alcanza a ganarle a su Alzheimer. “Con tal que los frutos de nuestros talleres fuesen sembrados en los corazones y al llegar, la oración con quienes nos abrían sus puertas con alegría y asombro: Revistas, libros; especialmente nuestro primer libro para jóvenes que se llamó ‘Amor y felicidad’”, recuerda la Hermana Cecilia.
“También había una hermana: María Teresa a quien llamábamos ‘la niña’, era muy graciosa y en cada salida se hacía regalar de la gente gallinas, pollitos, y hasta un marranito cargamos en la flota (bus), en una de nuestras salidas… Éramos felices de regresar con las maletas vacías… y a quienes no nos podían comprar los libros, les dejábamos el periódico ‘El domingo’, lecturas de la liturgia”, completa su relato la Hermana Amparo.
“Pero sabes… y es que en nuestra vida todo es misión, por ejemplo, la cocina era y sigue siendo un aspecto fundamental para la misión, de mucho sacrificio y amor para quienes en talleres y misión van llevando el mensaje; los alimentos preparados con amor, para que todo saliera bien. Todo para la Gloria de Dios y nuestra santificación”, tímidamente comparte la Hermana Celina.
Hoy como ayer seguimos en misión, no como ustedes ahora aprendiendo a usar estos nuevos medios como nosotras hace más de 50 años, sino desde la oración, pues en estos momentos de separación y distanciamiento por la pandemia, son días de mucha colaboración y aporte para la humanidad, la Iglesia, la congregación y nuestra provincia; tenemos el convencimiento de estar ofreciendo nuestra oración y sacrificio por algo muy noble en momentos en que el mundo entero sufre, todo esto en reparación por tanto mal, error y pecado, difundidos también por los medios, formas y expresiones de la comunicación.
Y con la promesa de escribir un artículo para nuestro primer número de nuestra revista virtual impresa, ya no desde la antigua linotipo y cosida a mano, sino desde la imprenta de la memoria agradecida de nuestras hermanas mayores para la tinta digital de la historia. Salí sonriendo del salón de encuentros de nuestra comunidad con el corazón agradecido por las vidas donadas de estas mujeres, que en el silencio de la oración, siguen donándose para la vida de muchos…