“Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo mi complacencia”
(Mt 3, 17)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Celebramos hoy con gran alegría la fiesta del bautismo del Señor con la cual concluimos el tiempo de navidad. Festividad que abre nuevamente las puertas del tiempo ordinario y nos invita a regresar a nuestras labores cotidianas, llenos de la luz y la gracia del Espíritu Santo, que al igual que Jesús en el Jordán, nos lleva a experimentar la alegría de reconocernos hijos muy amados del Padre. Un amor presente en nosotros desde el día de nuestro bautismo, que nos compromete a testimoniar con nuestra vida y acciones, que Jesús vive y reina en nuestros corazones. Que al comenzar este nuevo tiempo litúrgico, nos comprometamos cada vez a vivir de manera más consciente nuestro bautismo e irradiar en cada cosa que vivamos, por más pequeña o simple que sea, el amor de Dios hecho hombre entre nosotros.
Reflexionemos: ¿Cómo podemos vivir de manera más consciente nuestra condición de bautizados en el tiempo ordinario que iniciamos?, ¿nos reconocemos como Jesús, hijos amados del Padre?
Oremos: Gracias, querido Dios, por llamarnos como Jesús, a ser tus hijos y testimoniar con nuestra vida el amor que recibimos cada día de ti. Amén.
Recordemos: En Jesús, Dios nos llama a todos a ser sus hijos amados.
Actuemos: Recordemos en este día nuestro bautismo y meditemos de qué manera podemos vivirlo más comprometidamente.
Profundicemos: El bautismo es el sacramento que marca el inicio de nuestra vida cristiana y nos hace hijos de Dios (Libro: Naciendo a la vida cristiana).