“Mujer, que grande es tu fe”
(Mt 15, 21-28)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
La mujer pagana reconoce que Jesús no es solamente una personalidad moral o religiosa, sino, que es alguien que realiza un proyecto concreto, construye el pueblo de Dios en la historia. Este reconocimiento que la mujer cananea hace de Jesús, la vincula junto con su hija al proyecto salvífico de Dios. No solo fue el acto de sanación o las creencias particulares, en este caso la mujer que clama por su hija, que engancha a alguien con el pueblo de Dios, más es el hecho de creer que Jesús es el guía de este pueblo.
El cristiano se hace creyente por el encuentro con la Palabra, el creyente acrecienta su fe en la medida que se encuentra y clama al Cristo-Palabra de salvación.
Reflexionemos: La mujer que nos muestra hoy san Mateo, representa a todos aquellos que sufren por el dolor, las angustias, la depresión, el maltrato y tantas otras realidades que le aquejan. Hagamos aquello que esté a nuestro alcance para aliviar el sufrimiento de los otros. Que la confianza en Dios sea nuestra fortaleza.
Oremos: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David” así como la tuviste con la mujer cananea. Aumenta mi certeza y mi confianza en ti, para reconocer a cada momento que tú sanas y transformas mi existencia. Amén.
Actuemos: Hoy estamos invitados a tener un momento de oración, teniendo presente a todos aquellos que viven atados en sus deberes diarios y olvidan a sus familias.
Recordemos: Jesús Maestro desea ardientemente hacerse presente en nuestras vidas y quiere actuar con todo su poder sanador sobre las situaciones dolorosas que vivimos.
Profundicemos: “Mujer qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas” es lo que le dice el Señor a la cananea, cuando ella le pide que saque el demonio que tiene su hija y Él le responde: “Que no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos”. Ella humildemente le sigue insistiendo hasta que por la fe alcanza la curación de su hija.
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