9 de abril del 2025

“Si el Hijo los hace libres, son realmente libres”

(Jn 8, 31-42)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Cuando la Palabra de Jesús es escuchada y toca el corazón, una parte del grupo de sus seguidores se convierten en discípulos. El discipulado nos da un conocimiento de la verdad, nos muestra a Jesucristo mismo en persona. La verdad se trata de una revelación, del conocimiento de Dios. La verdad nos hará libres. El encuentro con el Señor nos da la libertad total, liberándonos de la esclavitud del pecado. Para llegar a tomar conciencia de estas palabras, debemos reconocer que solo le pertenecemos al Señor. Esto es permanecer en su Palabra. Esta Palabra nos libera de condicionamientos, de críticas, del pecado, de personas que nos quieren alejar de Dios y de su infinito amor.

 

Reflexionemos: Cuando nosotros somos libres y nos sentimos amados, vivimos felices en casa, en nuestra familia, en nuestros grupos. Preguntémonos: ¿Cómo me siento dentro de mi casa, en mi trabajo, en los grupos que frecuento?

 

Oremos: Señor Jesús, enséñame a permanecer siempre en tu Palabra y a llevar a la vida de cada día tus enseñanzas. Solo así alcanzaré la libertad que tanto desea mi corazón, y aprenderé a darme como tú sin reservas en cada cosa que emprenda. Amén.

 

Actuemos: Dispongo un tiempo de oración y vuelvo a leer el Evangelio de hoy, buscando detenidamente aquellos elementos que me acercan a Jesús, y le pido a Él purifique mi mente y me abra a su gracia.

 

Profundicemos“Para ser libres nos libertó Cristo” (Ga 5, 1). La liberación traída por Cristo es una liberación del pecado, raíz de todas las esclavitudes humanas. Dice san Pablo: “Ustedes, que eran esclavos del pecado, han obedecido de corazón a aquel modelo de doctrina al que fueron entregados, y liberados del pecado, se han hecho esclavos de la justicia” (Rm 6, 17).

 

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