9 de abril

“Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre” 

(Jn 3, 7b-15)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

La segunda semana de Pascua coloca a la Iglesia en el dinamismo del camino hacia las celebraciones de Pentecostés y de la experiencia propia del Espíritu, quien es el gran protagonista de este tiempo de gracia.

El personaje de hoy es Nicodemo, un hombre judío que lo caracteriza el ser fariseo, maestro de la ley y conocedor de la tradición judía, por tanto, desde esta sensibilidad recordemos que va a visitar a Jesús en la noche, su corazón busca y no ha encontrado y sabe que, en Jesús, el Maestro, es posible otra perspectiva de la verdad que en su mundo rabínico puede resultar habitual.

El “nacer de nuevo” que había dicho Jesús a Nicodemo causó gran admiración y deseo de conocer otra verdad que no había contemplado desde su tradición, por eso la imagen del viento, uno de los signos con los que se representa al Espíritu Santo, es central en la consideración de la Palabra proclamada; precisamente “nacer de nuevo” implicaba “nacer del Espíritu”, realidad que no era fácil de entender para Nicodemo, acostumbrado a la evidencia de la ley, de hecho, Jesús le dice: “¿Tú eres Maestro en Israel, y no lo entiendes?

Y la continuidad del diálogo en la experiencia del encuentro a través de la persona de Jesús colocará en evidencia una realidad no fácil del mundo espiritual: “hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto”, es la experiencia que todos realizamos como Nicodemo, sin embargo, hablar de la experiencia de la fe y dar testimonio de ella es el gran desafío del creyente, porque va más allá de lo perceptible, la experiencia de fe marca el camino del discípulo de modo diferente; el pueblo de Israel vio la serpiente que Moisés colocó en el desierto y fue curado pero no contempló al Hijo de Dios como lo contempló Nicodemo.

 

Reflexionemos: La invitación de Jesús a Nicodemo: “tienes que nacer de nuevo”, es una exhortación a renovar la vida y a hacer nuevas todas las cosas, frente a tantas experiencias que cotidianamente nos hacen caminar en el mismo ritmo.

 

Oremos: Jesús Maestro, Camino, Verdad y Vida, concédeme la gracia de tu Espíritu para “nacer de nuevo”, allí donde tu presencia sea don para continuar el camino de la vida con esperanza y novedad fecunda. Amén.

 

Actuemos: ¿Sientes que, en tu vida personal, familiar es posible “volver a nacer”? ¿Cuáles realidades puedes transformar desde una perspectiva nueva?

 

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