8 de Marzo

Primera Semana de Cuaresma. 

“Deben orar de esta manera”

(Mateo 6, 7-15)

Permitamos que la Palabra del Señor toque nuestra vida.

Es hermoso ver en este día cómo Jesús se preocupa por enseñar a sus discípulos a orar no hacen otros, por interés o por deber, sino como hijos que se sienten amados y confían en el Padre Dios: y les enseñó la más profunda y hermosa oración de todo el evangelio: el Padre nuestro.

La primera palabra que Jesús pronuncia es Padre que inspira  de inmediato ternura, intimidad, confianza, seguridad. Porque es Dios mismo que quiere ser llamado Papá; lo desea, le alegra, le  complace. Dios goza cuando algún hijo le grita ´Abba´, y se abandona en sus brazos como un niño. Luego, Jesús nos enseña a dirigirnos al Padre en plural, no como individuos sino como hermanos; porque diciendo ´Padre nuestro´ no nos sentimos solos, ni desentendidos de los demás; al decir Padre nuestro se nos dilata el corazón.

Nuestro Padre es la Fuente de la vida, del pan cotidiano, de las relaciones y del perdón reciproco; solo en El podemos tener segura la victoria sobre el mal y sentirnos protegidos de toda tentación. Este Padre nuestro es también la fuente de nuestra autonomía y libertad.

 

Reflexionemos:

¿Qué siento cuando oro con toda conciencia el Padre nuestro? ¿Puedo orarlo con sinceridad sin sentirme llamado a conversión? ¡Padre nuestro sálvanos! 

 

Oremos:

Gracias Dios uno  y Trino por permitirnos llamarte con el dulce nombre de ¨Padre¨. Así  nos unes e identificas con Jesús Tu Hijo Predilecto y nos haces participes de Tu Comunión Trinitaria; ayúdanos a permanecer en esta Corriente de amor que nos purifica, nos recrea y santifica.  Amen.

 

Recordemos:

perdónanos nuestras ofensas, que también nosotros hemos perdonado a los que nos ofenden”;

 

Actuemos:

Cada vez que ore el Padre nuestro hago lo posible por reconstruir las relaciones que se han deteriorado o enfriado con los miembros de mi familia o comunidad.

 

Profundicemos:

En la oración del Padre nuestro, “Después de habernos puesto en presencia de Dios nuestro Padre para adorarle, amarle y bendecirle, el Espíritu filial hace surgir de nuestros corazones siete peticiones, siete bendiciones. Las tres primeras nos atraen hacia la Gloria del Padre; las cuatro últimas, como caminos hacia Él, ofrecen nuestra miseria a Su gracia. “Abismo que llama al abismo” CIC 2803.

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