5 de Abril

“El Hijo del hombre sigue su camino, como está consignado acerca de Él en la Escritura. Pero, ¡ay de aquel que va a traicionarlo!”

(Mateo 26, 24)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Los bienes de la tierra son efímeros y en muchos casos  desvían el corazón del hombre de lo que es el auténtico amor, y casi de manera disimulada lo conduce a la senda del error.  Esto le sucedió a uno de los doce del grupo de Jesús. Judas no comprendió la propuesta del Evangelio y seducido por otros intereses permitió que le pusieran un precio a la vida de Jesús; por treinta monedas de plata decide entregarlo. Así llega el tiempo del cumplimiento del designio Divino en el que Jesús toma sobre sí todos nuestros sufrimientos  e inicia el camino humillante de la cruz. “El Hijo del hombre sigue su camino, como está consignado acerca de Él en la Escritura. Pero, ¡ay de aquel que va a traicionar al Hijo del hombre! Más le valiera no haber nacido”.

 

Reflexionemos: El amor del Señor es sincero y es más grande que nuestras infidelidades, ahora me dejo iluminar por la Palabra y me pregunto: ¿Cuántas veces he obrado movido por mis propios intereses y traiciono la fidelidad a los proyectos que en comunidad o como pareja hemos soñado?

 

Oremos: Señor, concédeme aprender de tu corazón misericordioso, el amor incondicional que no juzga a los demás. Amén. 

 

Recordemos: “Uno que ha comido conmigo del mismo plato, es el que me va a traicionar”.   

    

Actuemos: Contemplando la cruz, decido caminar más cerca de Jesús sirviendo a los demás

 

Profundicemos: “El mal, en todas sus formas, no tiene la última palabra. El triunfo final es de Cristo, de la verdad y del amor”. (Benedicto XVI) 

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