31 de Marzo

«Yo vine en nombre de mi padre, y ustedes no quieren recibirme»

(Juan 5, 31-4)

 

Permitamos que la Palabra del Señor toque nuestra vida.

Hoy Jesús nos ofrece tres preciosos testimonios de su filiación divina. El primero es Juan Bautista quien invito a todos a la conversión y anuncio la llegada del mesías. El segundo testigo son las obras que Jesús mismo realizo; estas no son obras comunes, sino obras que solo Dios puede realizar: «dar vida», «perdonar pecados», amar hasta entregar su propia vida.

Y el tercer testigo, el más importante: es el padre de Dios, quien en el día del bautismo de Jesús y en el momento de su transfiguración, presento a Jesús diciendo: Este es mi hijo predilecto «escúchenlo». Es decir, ábranle el corazón, permítanle entrar en su vida. Quien acepta a Jesús acoge al amor de Dios y entra en el dinamismo de la salvación.

 

Reflexionemos:

Es bueno preguntarnos: ¿Acojo a Jesús como el hijo de Dios enviado por el padre para nuestra salvación? Deseo conocerlo y aceptarlo como mi Dios y salvador? Reconozco con gratitud el don incomparable de ser en Jesús hijo amado de Dios? ¿Qué sentimientos despierta en mi corazón esta hermosa realidad? ser hijos de Dios es la dignidad mas alta que podemos alcanzar.

 

Oremos:

Gracias padre por el don inefable de tu hijo en quien también nosotros somos tus hijos. Gracias por el espíritu santo que desde el día de nuestro Bautizo grita en nosotros a una sola voz con Jesús «Abba, Padre». Espíritu santo ayúdanos a vivir como hijos de Dios y como verdaderos hermanos. Amen

 

Recordemos:

Yo vine en nombre de mi padre, y ustedes no quieren recibirme. Si otro viene en nombre propio, a ese si lo recibirán. ¿Pero como podrán creer, si aceptan honores de los hombres y no buscan la gloria que solo Dios da?

 

Actuemos:

En los momentos de dolor y oscuridad recordare el padre me ama, me cuida y protege como un hijo querido porque ve en mi a su hijo Jesús.

 

Profundicemos:

Dios busca a los que anhelan que El aparezca; busca a quienes son capaces de escuchar su palabra y acogerla en su corazón: Busca a quienes ante El son obedientes como un bebe. Estos serán reflejo de la presencia de Dios.

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