30 de mayo

“Rabbuní, haz que recobre la vista” 

(Mc 10, 46-52)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Este relato del evangelista Marcos, es una catequesis que nos invita al cambio y nos urge a la conversión. La curación del ciego Bartimeo expresa: el paso del alejamiento a la proximidad (pues él está al borde del camino y se acercó a Jesús); de la pasividad a la acción (porque estaba sentado y lo siguió por el camino); de la marginación a la liberación (porque muchos lo regañaban y sin embargo él recobró la vista). Así es el itinerario de un convertido que desea ser cristiano y formar parte de la comunidad: reconoce su situación, ora con humildad, invoca, no obstante las dificultades, se deja interrogar, abre los ojos a la luz y se compromete en el seguimiento.

Bartimeo no creyó en Jesús por haber sido curado, sino que fue curado por haber creído. La fe de él es sencilla y firme, en contraposición a la de quienes creen ver y sin embargo son ciegos.

 

Reflexionemos: La curación de Bartimeo es una crítica de Jesús a los que lo seguimos, pues él nos habla de servicio, de dar la vida, de ser los últimos, de ser fieles, de ser los servidores de todos, pero… aún no vemos.  

 

Oremos: Maestro bueno, haz que recobre mi vista, que pueda verte y servirte a ti en los pobres, en los excluidos, en los que sufren, los que están solos. Amén.

 

Actuemos: Hoy tendré un gesto de generosidad con alguien que esté sufriendo, solo, con hambre o enfermo.  

 

Recordemos: “Anda tu fe te ha salvado… al momento recobró la vista y lo siguió por el camino”.

 

Profundicemos: Que tan ciego estoy ante los rostros de Jesús que están en mi camino: los de mis seres queridos, mis amigos y enemigos, mis compañeros de trabajo. Señor Jesús haz que vea.

 

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