“Si quieres puedes limpiarme”
(Mt 8, 1-4)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
El leproso del texto de hoy, en el mundo judío, era el impuro por excelencia, excluido de las relaciones, en su carne comida progresivamente por la enfermedad es visible la condición de cada uno de nosotros, frágiles, débiles con enfermedades incurables. El leproso era el de muerte civil y religioso, no podía juntarse con los otros para no infectarlos. Solo después de la curación comprobada rigurosamente por los sacerdotes, puede ser readmitido en la vida social humana. Este leproso, se postro en adoración, expresando su deseo del amor de Dios. Jesús lo toca, toca su miseria, se hace cercano y lo cura. Así para nosotros, nuestra fe es tocar o mejor ser tocados por Jesús, para que su Palabra cambie nuestra existencia.
Reflexionemos: Tocar es el gesto fundamental del conocimiento e intercambio reciproco. Jesús nos toca desde nuestra miseria y enfermedad para darnos la vida nueva en él.
Oremos: Señor Jesús, por favor sáname, límpiame de mi lepra, que me impide tener relaciones sinceras, solidarias y fraternas con mis hermanos. Amén.
Actuemos: Hoy me acercaré a alguien que me necesite, le tocaré y compartiré con él lo poco o mucho que tengo.
Recordemos: Señor, si quieres puedes limpiarme. Él lo toco diciendo: Quiero queda limpio.
Profundicemos: Lo que toca nuestro ser desde adentro, cambia la existencia. El Señor con su Palabra nos toca el corazón y lo hace nuevo.