“Por sus frutos los conocerán”
(Mt 7, 15-20)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
El llamado del evangelio de hoy es a no dejarnos llevar por falsos profetas, adivinos, brujos, hechiceros, juegos de azar, muchas veces se disfrazan de bien para llevarnos a la ruina, al fracaso, a la desorientación. De hecho conoceremos a quienes verdaderamente nos ayudan y orientan por sus frutos. Bíblicamente el árbol bueno, es el árbol de la cruz, en el cual está el fruto maduro y dulce del amor de Dios al ser humano, este amor esta siempre a la espera de nosotros. Si nosotros nos injertamos en este árbol, nos pegamos de él también produciremos mucho fruto. Un árbol bueno, produce honestidad, bondad, amistad, responsabilidad, justicia y respeto. Podemos preguntarnos: ¿Qué clase de árbol soy, cuáles son mis frutos?
Reflexionemos: Un árbol bueno, no da frutos malos. El fruto de la bondad, depende de la calidad del árbol, pues este dará frutos de justicia, solidaridad y fraternidad.
Oremos: Señor Jesús, no permitas que mi corazón se desvié con falsos profetas. Ayúdame a trabajarme interiormente, para ser un árbol que dé frutos buenos. Amén.
Actuemos: Hoy tomaré tiempo para examinarme si confió más en los adivinos, brujos, el horóscopo, la superstición, o en Jesús, que permanece siempre, es fiel y no falla.
Recordemos: Cuídense con los profetas falsos, por sus frutos los conocerán.
Profundicemos: ¿Qué tipo de árbol soy? Si descubro que soy espina o zarza, no me queda más que injertarme en el árbol de la cruz, que me da su espíritu.