28 de agosto

Escucha La Palabra de Dios para cada día

 

Primera Lectura

Comienzo de la Primera Carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 1, 1-5. 8b-10

Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A ustedes, gracia y paz. Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes y los tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar la actividad de su fe, el esfuerzo de su amor y el aguante de su esperanza en Jesucristo nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que Él los ha elegido y que, cuando se proclamó el evangelio entre ustedes, no hubo solo palabras, sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda. Saben cuál fue nuestra actuación entre ustedes para su bien. Su fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida que nos hicieron: cómo, abandonando los ídolos, se volvieron a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 137, 1-3. 6. 8bc

R. El Señor ama a su pueblo.

Canten al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey / R.

Alaben su nombre con danzas, cántenle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes / R.

Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca. Es un honor para todos sus fieles / R.

Aclamación antes del Evangelio (Jn 10, 27)

Mis ovejas escuchan mi voz –dice el Señor–, y yo las conozco, y ellas me siguen.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 23, 13-22

“¡Ay de ustedes, guías ciegos!”

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el reino de los cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quieren. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que viajan por tierra y mar para ganar un prosélito y, cuando lo consiguen, lo hacen digno del fuego el doble que ustedes! ¡Ay de ustedes, guías ciegos, que dicen: ‘Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga!’. ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: ‘Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga’. ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el templo jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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