27 de agosto

“Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos”

(Mt 16, 13-20)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Jesús tiene una relación tan profunda con su grupo de discípulos que les pregunta qué opina la gente acerca de él.  Ellos le responden: “Unos que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas” (16,14). La gente tiene a Jesús en una alta consideración, pero no pasa de una figura profética similar a la de los grandes profetas de Israel. Por tanto, la opinión pública no ha llegado todavía a lo que realmente importa, es decir, a descubrir la relación íntima, única y particular, que Jesús tiene con el Padre celestial.

Luego Jesús le pide a los discípulos su propia opinión, Simón Pedro responde: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (16,16).  El apóstol reconoce la verdadera identidad del Maestro que une la humanidad y la divinidad que caracteriza a Jesús. Pedro logra descubrir este maravilloso misterio gracias a la acción del Espíritu Santo.

 

Preguntémonos: Según la experiencia personal y eclesial de fe que le respondo a Jesús cuando pregunta: ¿Y ustedes quién dicen que soy yo?

 

Reflexionemos: Jesús hoy nos está preguntando: ¿Quién soy yo para ti?

 

Oremos: Jesús, hoy más que nunca te siento presente en mi vida y en mi corazón. Gracias por el gran amor y la misericordia, que tienes conmigo y con mis seres queridos. Amén.

 

Actuemos: Que mis palabras y mis actitudes sean de profundo agradecimiento, que contagie a otros del deseo de orar y participar de  la Eucaristía.

 

Recordemos: Que Jesús es el Mesías el Hijo de Dios vivo. Esto me da la certeza que no estoy solo, aunque pase por momentos difíciles, Dios siempre está conmigo.

 

Profundicemos: Jesús, plantea a sus discípulos la pregunta que más le preocupa, es decir, los interpela directamente: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (v. 15)…El Maestro espera de los suyos una respuesta acorde a su seguimiento y otra respecto a la de la opinión pública. Y, de hecho, precisamente tal respuesta proviene del corazón de Simón llamado Pedro: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (v. 16) (Papa Francisco)

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