“Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó”. (Juan 20, 8)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Celebramos hoy con alegría la festividad de san Juan evangelista el discípulo amado del Señor. En el Evangelio es él mismo quien relata la experiencia que tuvieron los discípulos con Jesús resucitado. El hecho de que se nos hable de la Resurrección, podría parecernos fuera del contexto de la Navidad en que nos encontramos; sin embargo, podemos notar cómo ambos acontecimientos nos hablan de la presencia viva de Jesús en nuestra vida.
Cuando Juan nos cuenta su experiencia de encuentro con Jesús resucitado, no sólo motiva fuertemente nuestra fe, sino que nos provoca para que como él, experimentemos la cercanía y el amor del Señor; y nos invita a acoger la presencia viva de Jesús que ya está entre nosotros y a que le permitamos entrar de lleno en nuestra vida.
Reflexionemos:
Observemos las actitudes que favorecieron en el discípulo amado su profunda experiencia con Jesús: Al escuchar el anuncio del sepulcro vacío, los dos discípulos echaron a correr y Juan que era más joven llegó primero al sepulcro, pero no entró por respeto a Pedro. El hecho de dar la precedencia al otro es un signo inconfundible de humildad que dispuso su corazón al encuentro con Jesús. Además, notamos cómo aunque Juan está contando su propia experiencia, no dice su nombre, sino que se denomina en forma genérica, “el otro discípulo”, el que está después. Haciendo así Juan nos indica que dar la precedencia al otro, es decir valorarlo, estimarlo y darle espacio, puede disponer nuestro corazón a profundo encuentro con el Señor. San Juan, intercede por nosotros para que como tú, vivamos una experiencia de encuentro con Jesús que marque para siempre nuestra vida.
Oremos:
Gracias Señor porque como Juan también nosotros somos llamados a experimentar tu amor y ser tus discípulos: Ayúdanos a abrir el corazón para acoger tu llamado a seguirte como hicieron Juan y sus compañeros. Haznos dóciles como ellos a tu Santo Espíritu. Amén.
Recordemos:
San Juan tiene familiaridad con Jesucristo y recibe sus confidencias: se sienta junto a Jesús, y recibe la respuesta de Jesús (Juan 13:23-26). Permanece junto a la cruz de Jesús crucificado y recibe a María como a su propia madre (Juan 19:25-27); tiene familiaridad con Pedro, permanece junto a él y lo respeta (Juan 20:1-8). Sabe reconocer al resucitado presente (Juan 21:1-7), permanece fiel, es decir, persevera hasta que Jesús vuelva (Juan 21:20-23).
Actuemos:
Con la conciencia de que Jesús habita en el corazón de todo bautizado, mantendré una actitud de apertura hacia todas las personas para acoger a Jesús que habita en ellas.
Profundicemos:
La mayoría de los autores considera a Juan el más joven del grupo de «los Doce». Probablemente vivía en Cafarnaún. Junto a su hermano Santiago, Jesús los llamó «Boanerges», que significa «hijos del trueno», por el gran ímpetu que los caracterizaba. Juan pertenecía al llamado «círculo de dilectos» de Jesús que estuvo con él en ocasiones especiales: en la resurrección de la hija de Jairo, en la transfiguración de Jesús, y en el huerto de Getsemaní; y al pie de la cruz en el momento de Su muerte. También fue testigo privilegiado de las apariciones de Jesús resucitado y de la pesca milagrosa en el Mar de Tiberíades.