«Los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos»
(Lc 9, 1-6)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Queridos amigos, bien sabemos que la Iglesia está conformada por todos los bautizados que hacemos parte del pueblo amado de Dios. Que Jesús ha venido para dar unidad, reuniendo a las doce tribus de Israel, representadas en los doce apóstoles que fueron escogidos por Él para ser enviados a proclamar la cercanía del Reino de Dios, a ellos les dio autoridad y poder sobre todos los demonios y sanar enfermedades, también les puso algunas condiciones: “No lleven nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco lleven túnica de repuesto”. Es decir, que el Maestro de Galilea en su pedagogía pide a sus escogidos ir libres y sin apegos de bienes materiales para realizar la misión, también dentro del camino espiritual es importante tener presente el ejercicio de la hospitalidad: Quédense en la casa donde entren, hasta que se vayan de aquel sitio. Y si alguien no los recibe, al salir de aquel pueblo sacúdanse el polvo de los pies, para probar su culpa”.
Reflexionemos: ¿Mi compromiso en la Iglesia está caracterizado por una entrega humilde y silenciosa o soy de los que me impongo y exijo reverencia?
Oremos: Señor Jesús, permíteme entrar a tu escuela para aprender el sentido del despojo y la confianza en la providencia Divina. Amén.
Actuemos: Generosidad para dar y recibir.
Recordemos: Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando el Evangelio y curando en todas partes.
Profundicemos: “Señor Jesús, dame un corazón libre. Que no sea esclavo de todas las trampas del mundo. Que no sea esclavo de la comodidad, del engaño. Que no sea esclavo de la buena vida. Que no sea esclavo de los vicios. Que no sea esclavo de una falsa libertad, que es hacer lo que me gusta en cada momento”. (Papa Francisco 12 de julio de 2015)
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