“¡Ay de ustedes, guías ciegos!”
(Mt 23, 13-22)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
El deseo de Dios es que todos alcancemos la salvación, dando pasitos en nuestro camino espiritual de conversión, cuando nos reconomos pecadores y nos abrimos al don de la misericordia de Dios. “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los cielos! ¡Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quieren!”. La propuesta de Jesús es clara, y hay que tomarla en serio, no debemos entorpecer el camino de fe de los demás, como creyentes debemos tomar en serio la propuesta del Reino. Saber reconocer en Jesús, al enviado del Padre que nos ha abierto la puerta para entrar en el Reino de los cielos. Dios es nuestro único y sumo bien que permanece por siempre, lo demás es limitado y pasajero.
Preguntémonos: ¿Cuáles son los reproches que Dios me puede dirigir hoy en mi testimonio de vida cristiana? ¿Qué obstáculos he creado a la acción de Dios para que otros puedan reconocer en Jesús la presencia del Reino?
Oremos: Quiero proclamar tu nombre, Dios de bondad y de misericordia. Quiero decirle a los pueblos que no hay que temer, que tomados de tus manos podemos ser libres de nuestro pecado. Amén.
Actuemos: Pedir a Dios me conceda humildad para reconocer mis faltas y hacer el propósito de cambiar.
Recordemos: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los cielos! ¡Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quieren!”.
Profundicemos: Todas las acciones del Señor, nos ayudan a alcanzar la Santidad para gozar de su Reino eterno.
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