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24 de enero

“Tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan”

(Mc 3, 32)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

El evangelio de este día nos pone nuevamente en contacto con la relación, a veces tensa, que Jesús vivía con su grupo familiar. Esto en gran medida por su estilo de vida libre, errante y entregada al servicio de los más necesitados. Por eso, hoy al llegar su  madre y sus hermanos al lugar donde estaba enseñando no es acogido por ellos con la exclusividad que esperaríamos, sino que deja en claro que su familia ahora ya no es solo la de sangre, sino la de aquellos que escuchan y acogen la voluntad del Padre: Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre”. Pidamos al Señor en este día la capacidad de aprender a ser ante todo sus discípulos, es decir, sentarnos a sus pies para escuchar sus enseñanzas y dejar que ellas penetren en lo más profundo de nuestro ser, para llevarlas a la vida de cada día.

 

Reflexionemos:  ¿Cómo escuchamos y acogemos las enseñanzas de Jesús?, ¿nos sentimos parte importante de la familia de Dios?

 

Oremos: Gracias, Señor, por llamarnos a ser parte de la familia de Dios. Enséñanos a escuchar y llevar a nuestra vida cada una de tus enseñanzas. Amén. 

 

Recordemos: Ser hijos de Dios no es solo ser bautizados, implica además llevar a la vida sus enseñanzas.

 

Actuemos: Revisemos nuestra vida en este día y preguntémonos cómo llevamos a nuestra cotidianidad las enseñanzas del evangelio.

 

Profundicemos: El mejor lugar para aprender a escuchar aquello que Dios quiere de nosotros es su Palabra  (Libro: A la escuela del maestro 2023).

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