Octava de Pascua.
“Y nadie se atrevió a preguntarle quién era; pero sabían que era el Señor”
(Juan 21, 1-14)
Permitamos que la Palabra del Señor toque nuestra vida
En el evangelio que acabamos de escuchar Jesús Resucitado sigue acompañando a sus discípulos en su vida ordinaria. Hoy vemos a Pedro y otros de los discípulos van a pescar en el lago, como solían hacer, y pasaron toda la noche sin pescar nada. Jesús que los acompañó durante esta noche de fatigoso. Se les presentó en la playa al amanecer; y en un dialogo amoroso con ellos los invitó a pescar de nuevo guiados por Él. Los discípulos, sin darse cuenta que era el Señor, obedecieron a sus indicaciones y obtuvieron una pesca asombrosa.
Cuando todos llegaron a tierra, Jesús los invitó a desayunar. Todos estaban seguros: que él era el Señor. Jesús se les acercó con ternura, y comió con ellos como en la última cena.
¡Qué bello ver con cuánta ternura Jesús resucitado si acompañando a sus discípulos en las fatigas dirías, fecunda sus esfuerzos que parecen inútiles y los invita a la intimidad compartiendo con ellos el Pan. Cada encuentro con el Señor nos hace renacer a una nueva vida.
Reflexionemos:
Preguntémonos:¿Tengo la certeza que el Señor está vivo y nos acompaña con amor cada momento de nuestra vida . Aunque no le veamos? ¿Lo acojo y me dono a Él en mis hermanos? ¡Toda persona es un reflejo de tu rostro, Señor!
Oremos:
Gracias Jesús por estar siempre a nuestro lado acompañando con amor nuestras fatigas y dándoles tu fecundidad; ayúdanos a reconocer tu presencia y a dejarnos guiar por Ti. Amén.
Recordemos:
Jesús les dijo: “Vengan a desayunar”. Y nadie se atrevió a preguntarle quién era; pero todos sabían que era el Señor.
Actuemos:
Quiero participar con viva fe en la Eucaristía dominical para aprender a vivir mi vida cotidiana como una entrega de amor.
Profundicemos:
Para difundir la Buena Noticia de Jesús y colaborar eficazmente en su proyecto, lo más importante no es «hacer muchas cosas», sino cuidar mejor la calidad humana y evangélica de lo que hacemos. Lo decisivo no es el activismo, sino el testimonio de vida que podamos irradiar como cristianos. Antonio Pagola.