“Si el Hijo los hace libres, son realmente libres”
(Jn 8, 31-42)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
El Evangelio de hoy nos deja ver las actitudes incongruentes de los judíos ante la persona de Jesús: dicen creer en él, pero no aceptan la novedad de su mensaje y además quieren matarlo. No obstante, Jesús sigue invitándoles a seguirlo como el Señor de sus vidas. “Si pues el Hijo les da la libertad, serán realmente libres”.
Jesús une su seguimiento con la libertad de hijos de Dios, pues él, por ser el Hijo eterno, es el único que puede hacernos verdaderamente libres, no solo de la ley, sino también del pecado; y el pecado del que Jesús nos está hablando es el rechazo a su Palabra, porque rechazar a Jesús es rechazar el amor de Dios que en él se revela; quien acoge la Palabra de Jesús acoge a Dios.
En el fondo, la invitación que Jesús nos está haciendo hoy es a que entremos decididamente en su filiación divina para participar en sus sentimientos y disfrutar de la libertad de hijos de Dios.
Reflexionemos: ¿Cómo acojo diariamente la Palabra de Dios? ¿Es la palabra del Señor la que inspira mis pequeñas opciones de cada día?
Oremos: Amadísimo Jesús, en tu Palabra está la fuente de nuestra vida y nuestra libertad; danos tu Santo Espíritu para que podamos escuchar tu palabra con el corazón y dejarla actuar en nuestra vida. Amén.
Actuemos: Con la certeza de que la Palabra del Señor no solo ilumina mi vida, sino que también me libera y transforma, quiero meditarla cada día con fidelidad y amor.
Recordemos: “Si Dios fuera el Padre de ustedes, me amarían a mí, porque yo salí de Dios… pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió”.
Profundicemos: Según la fe católica, al ser incorporados en Cristo con nuestro Bautismo, somos en él, hijos amados de Dios. Esta realidad incomparable ha de crecer a lo largo de la vida con las buenas obras, ya que la filiación divina es fuente de nuestro crecimiento.
📑 Recomendado: La Palabra Pan de vida. Comentario al Evangelio diario 2024