“¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” (Mt 12, 46)
En el evangelio de este día, Jesús se encuentra enseñando a las personas los misterios del Reino, cuando su madre y sus hermanos llegan para conversar con él. La reacción inmediata de los presentes fue avisarle sobre su llegada, pero Jesús aprovecha este momento, para dar a conocer a sus oyentes, incluidos sus familiares, que las nuevas relaciones que están llamados a cultivar son las del discipulado: “El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ese es mi hermano, y mi hermana, y mi madre”. Así, Jesús invita a sus familiares a unirse a su seguimiento y extiende sus lazos de parentesco, a todos aquellos que llevan a su vida la voluntad de Dios: “Señalando con la mano a los discípulos, dijo: ‘Estos son mi madre y mis hermanos’”. Pidamos al Señor en este día, la gracia de aprender a escuchar y conocer cada día la voluntad de Dios y la capacidad de llevarla a nuestra vida.
Reflexionemos:
¿Cómo reconocemos la voluntad de Dios en nuestra vida?, ¿nos sentimos discípulos de Jesús?
Oremos:
Danos, Señor, un corazón dócil capaz de escuchar y reconocer aquello que Dios quiere de nosotros. Un corazón sensible, abierto y disponible a las necesidades de la humanidad. Amén.
Recordemos:
Ser obedientes a la voluntad de Dios nos hace parte de la familia de seguidores de Jesús.
Actuemos:
Revisemos en esta jornada la manera cómo reconocemos y acogemos la voluntad de Dios en nuestra vida.
Profundicemos:
Los santos nos enseñan con su vida la manera de aprender a escuchar a Dios y seguir sus enseñanzas (Libro: Novena a San Judas Tadeo).