2 de noviembre

“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”

(Lc 23, 44-46)

 

En este día que conmemoramos a todos los fieles difuntos, la liturgia nos presenta el pasaje de la muerte de Jesús, resaltamos del evangelio de Lucas la confianza de Jesús al Padre: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Jesús vuelve al Padre. Su muerte es signo de amor, quienes confiamos en el Señor sabemos que la muerte terrena nos da paso a la vida eterna. Hoy es una bonita oportunidad para recordar a quienes ya han partido a la casa del Padre, un día para agradecer por el testimonio que son en nuestra vida, el dolor que quizás sentimos al recordarlas sea signo de esperanza porque en nuestro corazón guardamos la certeza que están en paz.

 

Reflexionemos: Hoy es un día para reflexionar un poco sobre el sentido de nuestra vida; preguntémonos ¿Estoy siendo consiente de mi vida? ¿Valoro los pequeños gestos de amor que se me presentan día a día?

 

Oremos: Señor, te pedimos por todos los fieles difuntos, especialmente por nuestros familiares y por los más olvidados. Acógelos en tu Reino y ten misericordia de ellos. A nosotros, concédenos la gracia de confiar en ti, de no ver la muerte con temor, ni dolor, sino como la oportunidad de poder encontrarnos para siempre contigo. Amén.

 

Actuemos: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

 

Recordemos: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”

 

Profundicemos: “La oración en sufragio por los difuntos, elevada en la confianza de que viven con Dios, extiende así sus beneficios también a nosotros, peregrinos aquí en la tierra”. (Papa Francisco)

 

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