“Yo les digo que no juren en absoluto”
(Mt 5, 33-37)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Hoy, celebramos el Inmaculado Corazón de María. A este corazón de Mamá, le entregamos nuestro corazón para que nos enseñe a acoger la Palabra de su Hijo. San Mateo, nos habla del “juramento”, y al respecto debemos poner en práctica el no jurar en falso, pues a Dios y al hermano, se le deben cumplir los juramentos. Si digo: te juro por Dios…, lo estoy llamando a él de testigo, y debe ser verdad aquello por lo que estoy jurando. Nuestro lenguaje debe ser sobrio, sí, no o no lo sé, pero con caridad. Pensemos que la lengua es como el timón, gobierna la barca; es como una centella que puede producir un grande incendio, o puede conducir hasta el final del camino, pero también puede destruir cuando se va por él. Miremos que mata más la lengua que la espada. Si uno sabe callar es un ser humano perfecto.
Reflexionemos: Nuestros juramentos no deben involucrar el nombre de Dios, más bien debemos tratar que nuestro lenguaje sea como el de Dios, verdadero y con transparencia de corazón.
Oremos: Maestro bueno, gracias por enseñarme con tu vida, el verdadero respeto a Dios, gracias por invitarme a ser transparente y honesto con mis palabras, a construir y no a destruir. Amén.
Actuemos: Hoy hare un examen de conciencia, me pregunto, ¿he jurado en falso? ¿A quién?, debo hablar con esas personas y pedir perdón.
Recordemos: Sea nuestro lenguaje Sí, sí. No, no. No lo sé. Lo que pasa de ahí viene del maligno, no es de Dios.
Profundicemos: Si mi lenguaje con los demás y con aquellos que amo, es verdadero, no necesito jurar por nadie, pues Dios ya está presente en cada palabra verdadera que sale de mis labios.
Del leccionario de los santos
“Conservaba todo esto en su corazón”
(Lucas 2, 41-51)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
San Lucas, en el texto nos relata la presentación de Jesús en el templo. Jesús se quedó en Jerusalén y sus parientes lo buscaban con angustia hasta encontrarlo. María la Madre, que aún no comprendía a su Hijo, se convierte en el modelo de todo el que cree, por su modo de relacionarse con la Palabra y por guardar todo en su corazón. María después de llevar a su hijo en su vientre, ahora lo lleva en su corazón y viene a ser realmente madre. Esta gestación espiritual del corazón, hace que la madre, sea iluminada, por la Palabra y que vaya conociendo progresivamente el misterio de Dios. Así debe ser para nosotros, de modo especial para las Madres que sufren y lloran por sus hijos perdidos en tantos vicios y problemas.
Reflexionemos: La primera y a última palabra de Jesús es “Padre”, Él ha venido a proclamar esta palabra y para llevarnos en el amor al conocimiento de la verdad que salva y en esto María es nuestro modelo a seguir.
Oremos: Padre bueno, gracias por darnos a María como madre, gracias por su corazón que acogió a Jesús en su seno, escuchó de corazón su Palabra y acompaña nuestro caminar hacia ti. Amén.
Actuemos: En este sábado, en la medida de mis posibilidades, tomare el tiempo físico, para orar el rosario, pidiendo a María que me dé su corazón de madre.
Recordemos: Su Madre conservaba todas estas cosas en su corazón.
Profundicemos: María la madre, casi que desaparece en los evangelios, para dar paso al Hijo amado y para ayudarnos a recorrer el camino con ella, escuchando, amando y dando a conocer a Jesús.