16 de diciembre

“Elías ya ha venido y no lo reconocieron”

(Mt 17, 10-13)

El autor sagrado afirma que, al bajar del monte, los discípulos le preguntaron a Jesús: “¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?”. Esta escena es una sucesión de la escena inmediatamente anterior en que Pedro, Santiago y Juan habían vivido con su Maestro la experiencia de la transfiguración, allí se les habían aparecido Moisés y Elías, que conversaban con Jesús. La respuesta de Jesús: “Elías vendrá y lo renovará todo” es la respuesta a la gran expectativa mesiánica que el pueblo tuvo siempre como tensión, de ahí la afirmación: “… les digo que Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido”. Todos los profetas habían sido rechazados, su mensaje esperanzador no fue escuchado y sufrieron el mismo destino del pueblo, el exilio y el martirio, por tanto, la espera de Elías aguarda la venida del Señor. Jesús vuelve a presentar a los discípulos el proyecto del Padre sobre el destino de su vida, en la transfiguración ellos contemplaron que Jesús era el Hijo: “Éste es mi Hijo amado” y les dice de sí mismo: “Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos”. Sin embargo, esta experiencia de manifestación de Dios los apóstoles no la entendieron; el autor sagrado afirma: “Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista”, quien ya había sufrido también el martirio por parte de Herodes. El misterio de la Palabra proclamada hoy, en este camino de preparación para la contemplación del misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, se presenta como una unidad, Jesús se encarna para dar cumplimiento al proyecto del Padre que precisamente se cumple en la cruz, de ahí, que el Hijo del hombre padecerá. Si bien, la humanidad de Jesús permitirá contemplar la divinidad, es precisamente en la persona del Hijo en quien se van a cumplir todas las promesas, y como le han contemplado los discípulos también le contemplaremos.

 

Reflexionemos: Como los discípulos Pedro, Santiago y Juan también nosotros hemos tenido la oportunidad de contemplar las manifestaciones de Dios en nuestra vida, especialmente a través de los sacramentos. Preguntémonos si hemos creído y si nos hemos abierto al don y la manifestación del misterio.

 

Oremos: Padre bueno y Dios de la vida, concédeme el don de la fe, lo que mis ojos ven y mi corazón contempla me lleve a reconocer y hacer experiencia de Jesús en mi vida.

 

Actuemos: Preparo mi corazón y discierno las actitudes con las que deseo vivir la Eucaristía y las novenas de Navidad; propicio en familia la oración y el encuentro gozoso. 

 

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