14 de Junio

“No he venido a abolir, sino a dar plenitud”

(Mateo 5, 17-19)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento a la ley y los profetas dice Jesús. De hecho la ley es buena, pues ella ordena, hace crecer la vida, prohíbe lo que la disminuye, los profetas siempre recurrieron a la ley para denunciar los atropellos y prometer un espíritu nuevo y un corazón nuevo. Pero la ley sola no salva a ninguno. Jesús ha venido a liberarnos de la esclavitud de la ley, no aboliéndola sino cumpliéndola de un modo superior, divino, pues él es el primero que vive el amor, su justicia nos es la de los maestros de la ley, sino la que hace entrar en el reino. La Iglesia no anuncia la ley, sino el evangelio del Hijo que ama como el Padre, y no por eso quebranta la ley. El amor es el pleno cumplimento de la ley.

 

Reflexionemos: Quien no ama ve las normas como imposibles de cumplir o como ocasión para el maltrato  y el atropello. Quien ama, las cumple libremente, pero no por la fuerza de la ley, sino por la fuerza del amor.

 

Oremos: Señor, cúrame, sáname de la rigidez, de la dureza de corazón, del apego a las leyes, a las normas y no a la misericordia, al perdón, a la reconciliación, al diálogo, al amor que libera y salva.  Amén.

 

Actuemos: Hoy tomare tiempo para hacer un examen de conciencia, y ver si mi vida la rigen las normas, las leyes o el amor a Dios y al otro.

 

Recordemos: Si la justicia de ustedes no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraran en el reino de los cielos.

 

Profundicemos: El valor de una persona, su fineza, su grandeza, es hacer y enseñar lo que el amor dicta. Amén.

 

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