“se pedirá cuenta de la sangre de los profetas, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías”
(Lucas 11, 47-54)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
El Evangelio de hoy continúa el de ayer con las dos últimas recriminaciones de Jesús contra fariseos y doctores de la ley. No contentos con imponer obligaciones a los demás, que ellos no cumplen, mantienen las actitudes de quienes en tiempos pasados desoyeron y mataron a los profetas, y cierran la entrada del reino a sí mismos y a los demás.
Está crítica que Jesús hace a los escribas a los fariseos nos la haga a nosotros, que nosotros podamos unir nuestro corazón, nuestra vida interior y que eso se trasluzca en nuestras actitudes en nuestros gestos en nuestra vida. Que la fe realmente manifieste con nuestra vida aquello que creemos. Esto es lo que necesita Jesús que nosotros podemos ser, hombres y mujeres, jóvenes, que estamos unidos al señor y lo que vivimos en el corazón es lo que transparentamos con nuestra vida.
Oremos: Señor, dame la gracia de obrar con la única finalidad de agradarte a ti y hacer el bien a mis hermanos.
Recordemos: “Se pedirá cuenta de la sangre de los profetas, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías”
Actuemos: Miro humildemente mi vida y la manera en que comparto lo que conozco con aquellos que quisieran tenerlo también.
Profundicemos: Jesús reconocía que los fariseos tenían una inspiración verdadera, pero Él lamentaba la manera en que habían desarrollado sus vidas.