11 de Octubre

“Den limosna y lo tendrán limpio todo”

(Lucas 11,37-41)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

En el evangelio de hoy sigue la relación tensa entre Jesús y las autoridades religiosas de aquel tiempo. Y en este breve pasaje Jesús dice claramente al fariseo que le invita a comer en su casa, y observa (sin salirse de la absurda comprensión externa de la Ley de Dios), que no cumple con el rito de lavarse las manos antes de ir a comer: Lo que hay que limpiar es lo que está dentro del hombre, el pensamiento y el corazón donde la maldad anida. La llamada de atención de Jesús contrapone lo externo y lo interno.

Esta denuncia también hoy involucra nuestras acciones y prácticas religiosas. Quiere desenmascarar el “fundamentalismo” fariseo: ¿nos debemos preocupar por la observancia externa de las reglas o más bien por la vivencia interna, por el corazón de la persona? Dejemos que sea el Espíritu Santo el que nos mueva, desde lo más íntimo para que todo nuestro obrar sea puro.

 

Reflexionemos: En nuestro seguimiento de Jesús ¿somos capaces de hacer presente el Reino?

 

Oremos: Padre, tu que ves en lo secreto y lo conoces todo, ayúdame a no dar importancia a lo exterior, que cada día pueda llenar mi corazón de tu amor. Amén.

 

Recordemos:  ¿Cómo puedo saber que mi fe cristiana es una decisión consciente y libre que he hecho ante Dios.

 

Actuemos:  Invito yo a Jesús a entrar a mi casa? Dejo sentar a Jesús a mi mesa de vida.

 

Profundicemos: “Da limosna de lo que está adentro y entonces todo quedará limpio”. Reflexiono algún tiempo con estas claras palabras de Jesús y veo la calidad de mi limosna.

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