9 de mayo

“Estarán tristes pero su tristeza se convertirá en alegría” 

(Jn 16, 16-20)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

El Papa Francisco comentando este hermoso texto del Evangelio de San Juan, nos dice: tampoco nosotros encontraremos la vida si permanecemos tristes y sin esperanza, encerrados en nosotros mismos. Abramos en cambio al Señor nuestros sepulcros sellados ―cada de nosotros los conoce―, para que Jesús entre y los llene de vida; llevémosle las piedras del rencor y las losas del pasado, las rocas pesadas de las debilidades y de las caídas. Él desea venir y tomarnos de la mano, para sacarnos de la angustia. Pero la primera piedra que debemos remover es esta: la falta de esperanza que nos encierra en nosotros mismos. Que el Señor nos libre de esta terrible trampa de ser cristianos sin esperanza, que viven como si el Señor no hubiera resucitado y nuestros problemas fueran el centro de la vida; esto solo nos llevaría a vivir en la tristeza, en la amargura y ¿dónde quedaría entonces la alegría de la Resurrección?

 

Reflexionemos: El cristianismo es el camino de la alegría. Al igual que en la vida de Jesús, encontramos muchas cruces en nuestro camino; pero tratamos de vivirlas en la alegría profunda de poseer a Dios, de tener el triunfo y la bienaventuranza final asegurada.

 

Oremos: Jesús, hoy no te quiero pedir que me quites mis cruces, es más te las quiero agradecer por que sabes que con ellas me uno más a ti. Amén.

 

Actuemos: Me esforzaré por dejar de lado toda crítica o queja sobre las dificultades de mi día y le daré gracias a Dios por acompañarme este día.

 

Recordemos: “Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría”.

 

Profundicemos: La invitación del Evangelio de hoy es para valientes, que tienen el coraje de tomar la cruz, colocarla sobre sus hombros, alzar la frente e ir con alegría al encuentro de su hermanos.

 

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