“No está aquí ha resucitado”
(Lc 24, 1-12)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
¡Resucito! Es la aclamación de júbilo que escuchamos en el pregón Pascual. Jesús no permaneció en el sepulcro, Él vive. En el Evangelio de hoy vemos cómo algunas mujeres, venciendo el peligro y el miedo, en la madrugada, salen presurosas al sepulcro llevando aromas que han preparado para embalsamar el cuerpo de Jesús. Estas mujeres están presentes en diferentes momentos de la vida del Señor, acompañándolo hasta su muerte en la cruz. Son mujeres fieles, que aman al Maestro. Llegan al lugar y se encuentran con la tumba vacía. Su reacción es desconcertante. Luego, aparecen dos hombres con vestidos resplandecientes que les preguntan a las mujeres: “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí ha resucitado”. Al escuchar estas palabras, ellas reaccionan y recuerdan varios episodios con Jesús y salen a comunicar esta Buena Noticia a los apóstoles. Ellos no les creyeron y, sin embargo, fueron a mirar la tumba. Esta gran revelación es dada a las mujeres: María Magdalena, Juana y María, la de Santiago. Jesús escoge a la mujer, en especial a María Magdalena, para darle el protagonismo de ser la primera discípula que anuncia su resurrección. Es la mujer la que comunica este anuncio que trasciende el tiempo, siendo ella portadora de alegría y esperanza para toda la humanidad.
Reflexionemos: La experiencia del Resucitado transforma vidas. ¿Soy consciente de esta maravillosa realidad de que el Señor vive? ¿Cómo comunico esta Buena Noticia a los otros?
Oremos: Señor del alba, que el testimonio de estas mujeres me ayude a vencer el miedo y a salir de mis inseguridades para comunicar el Evangelio, para acompañar al que sufre, al que vive en soledad. Ayúdame a anunciar con alegría que has muerto y resucitado por mí y por todos. Amén.
Actuemos: Las mujeres salen presurosas a comunicar que Jesús vive. Salgo de mi zona de confort y en la medida de mis capacidades, participo en alguna jornada misionera para anunciar esta gran alegría de que Jesús ha resucitado.
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