16 de abril del 2025

“Mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”

(Mt 26, 14-25)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Judas vende a su Maestro por unas monedas, su corazón está seco y no logró descubrir la dimensión del amor.  El Evangelio de hoy es la preparación para la Pascua, todo ocurre en una cena. Una cena es símbolo de fraternidad, de amistad, pero en esta cena, Jesús afirma que lo van a entregar. Por tanto, se rompe el sentido del ágape, para dar pie al diálogo con Judas. Este le pregunta al Señor: “¿Seré yo Maestro?”. Jesús le responde: “Tú lo has dicho”. Judas vende a Jesús como un esclavo, dejándose seducir por el dinero. Para él fue más importante su orgullo, que la amistad con su Maestro. Judas vende su mayor tesoro que es Jesús. Por la avaricia, Judas escoge el dinero. La traición hace que Jesús finalmente vaya hasta la cruz, hasta la muerte. Esta escena se sigue reproduciendo en nuestra sociedad cuando somos testigos de cuántas personas son encarceladas o asesinadas, por el dinero o por la búsqueda del poder.

 

Reflexionemos: ¿Soy consciente del valor de la Eucaristía en el que Jesús se nos ofrece totalmente en el pan y en el vino?

 

Oremos: Señor Jesús, Maestro bueno, me has invitado a celebrar la Pascua; estoy aquí contigo: tú conoces mis fragilidades. No permitas que nunca te traicione. Tómame en tus brazos y ayúdame para poder superar mi propia fragilidad. Amén.

 

Actuemos: Durante estos días santos, le pido al Señor me ayude a salir de mis propios egoísmos para compartir la mesa, sobre todo, con aquellos que pasan necesidades.

 

Profundicemos“Este acto dramático marca el inicio de la Pasión de Cristo, un doloroso camino que Él elige con libertad absoluta. Él mismo lo dice claramente: ‘Yo doy mi vida… Nadie me la quita: la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y el poder de recobrarla’. Y así comienza el camino de la humillación, del despojo, con esta traición. Es como si Jesús estuviera en el mercado. ‘Este cuesta treinta denarios’. Y Jesús recorre este camino de la humillación y el despojo hasta el final” (Papa Francisco).

 

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