14 de diciembre 2024

“Elías ya ha venido y no lo reconocieron”

(Mt 17, 10-13)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Los oyentes del evangelio de Mateo están familiarizados con la figura del profeta Elías, grande y majestuoso por sus signos, obras y señales. Escuchar su mensaje los hace disponerse a la escucha, de hecho, parece que en él se cumplieran las promesas mesiánicas. En tiempos del profeta Elías se vivió la misma actitud que en la época de la venida del Hijo del Hombre, porque Elías predicó con signos majestuosos y “fue arrebatado en un torbellino de fuego”; sin embargo, no fue escuchado ni acogido. Tampoco lo fue Jesús, porque no hubo lugar para Él en las casas de las gentes de la comarca. De allí que su nacimiento fuera en un establo en las afueras de Belén.

La expresión de Jesús: “así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos” es consecuencia de la misión que viene a cumplir Jesús en medio de la humanidad. El Evangelio de hoy viene unido a la escena narrativa de la Trasfiguración, donde Jesús ha revelado a sus discípulos la identidad. Identidad que el pueblo había buscado en Moisés y Elías, los grandes maestros del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento. En el fondo el mensaje de la Palabra de hoy coloca de nuevo al creyente en el camino de la fe, por más profetas que el pueblo de Israel suscite, si no se cree y no se transforma el camino interior, tampoco será posible la trasformación de la historia, entonces no se llegará a la experiencia de la salvación como acontecimiento de Dios en el tiempo, no solo histórico sino kairótico, es decir, de la salvación que acontece en cada persona sin esperar precisamente al final de los tiempos.

 

Reflexionemos: Elías, el profeta habló de los ídolos que el pueblo de Israel se hizo con palabras y signos, y no fue escuchado. Me pregunto: ¿escucho hoy a los profetas de mi tiempo? ¿Creo que ellos existen aún? ¿Y quiénes son?

 

Oremos: Ven, Señor Jesús, que el fuego de tu Palabra disponga nuestra mente, voluntad, corazón y todo nuestro ser para acoger el mensaje de la Buena Nueva. Que creamos en ti, nuestro Salvador. Amén.

 

Actuemos: La experiencia de Dios en cada persona, en cada generación está marcada por la posibilidad que cada uno tiene de acoger el mensaje, de abrirse a la gracia, de nada sirven los signos, el testimonio e incluso la persona de Jesús, si no se escucha y se abre al misterio de este don y este fuego.

 

📑 Recomendado: ¡Celebremos con el Niño Dios! – Novena de Navidad Infantil

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

¿Requiere asesoria? Activar chat