“El grano creció y se hizo un árbol”
(Lc 13,18-21)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Jesús nos presenta dos parábolas y con ella nos dice que el “reinado de Dios” se realiza en “lo pequeño” y en “lo oculto”. El grano de mostaza es de lo más pequeño que hay entre las simientes. Y sin embargo, de lo pequeño nace, crece y se hace arbusto y cobija a los pájaros del aire. Lo que Jesús quiere destacar, mediante esta sencilla parábola, es la fuerza y la vitalidad que tiene lo pequeño, lo que parece insignificante, lo que no se ve y se queda oculto para siempre y no se le da importancia.
Lo mismo el grano de mostaza y la levadura. Estas dos parábolas, en definitiva, muestran el deseo de Jesús de que el Evangelio se difunda cambiando el interior de las personas. Jesús se identifica con la vida, sobre todo con la vida sencilla de los más de los humildes. Porque eso es lo que cambia el corazón humano, y aquello que nos humaniza.
Preguntémonos: ¿Qué estás cultivando hoy en tu vida? ¿Son sentimientos y cualidades que te ayudan a alcanzar el Reino de Dios?
Oremos: Señor, gracias porque has sembrado en mí la semilla de tu Reino. Enséñame a valorar y a buscar la fuerza de tu amor, para que brote en mi interior el único anhelo de llevar a todos el mensaje del Evangelio. Amén.
Actuemos: Te pedimos que nos ayudes a descubrirte en las cosas sencillas y a ser conscientes del amor que nos brindas a través de ellas, para así poder vivir tu reino en santidad desde este momento.
Recordemos: “Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas”.
Profundicemos: El Reino de Dios está escondido, pero creciendo silenciosamente, y tiene lugar para todos los que deseen ir a él.
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