3 de octubre 2024

“Descansará sobre ellos su paz”

(Lc 10, 1-2)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

El pasaje de hoy inicia con el verbo “designó”, el Señor otros setenta y dos, y los mando delante de Él”, es decir, con la misma decisión con la que Él se encaminó a Jerusalén. Jesús les da unas recomendaciones y los invita a ser más conscientes de la misión a la que se les envía. La iniciativa de enviar a la misión es competencia del Padre, pero Jesús da la orden: “Pónganse en camino” indicando después el modo de seguirlo. Empieza con el equipamiento: ser ligero, sin bolsa, ni alforja, ni sandalias. Elementos que manifiestan la fragilidad del que es enviado y su dependencia de la ayuda que viene del Señor. Todo esto para alcanzar la libertad suficiente para mantenerse fieles en el discipulado y firmes en el anuncio del Evangelio.

Cuando entren a una casa, digan primero: “Paz a esta casa”. La paz es el don que precede a la misión, es decir, la plenitud de vida y de las relaciones. La alegría verdadera es el signo que caracteriza la llegada del Reino. A este último aspecto se une el gesto de sacudirse el polvo, como si los discípulos, al abandonar la ciudad que los ha rechazado, dijesen a sus habitantes que no se han apoderado de nada, o también podría indicar el cese de las relaciones. Al final, Jesús recuerda la culpabilidad de la ciudad que se cierre a la proclamación del evangelio.

 

Preguntémonos: ¿Experimento el gozo de la vocación recibida para vivir y llevar a otros el Evangelio, la buena noticia de salvación?

    

Oremos: Señor Jesús, tu que me has llamado para ser discípulo misionero. Infúndeme fortaleza para hacer presente tu Evangelio en el mundo actual. Confío en que me darás las gracias necesarias para dedicarme a trabajar por tu Reino. Amén.

 

Actuemos: ¿Eres consciente de que el éxito de tu testimonio no depende de tus capacidades personales, sino solo del Señor que envía y de tu disponibilidad?

 

Recordemos: Jesús nos sigue escogiendo y enviando hoy a ir a aquellos lugares donde pensaba ir Él. Nos invita a no ir solos, solas, sino en comunidad a anunciar que el Reino de Dios está cerca. ¿Me siento escogido por Dios? ¿Oro a Dios por las vocaciones misioneras?

              

Profundicemos: ¿Cuántas veces he sido lobo en medio de corderos en lugar de cordero en medio de lobos en los espacios donde me corresponde anunciar el Evangelio? ¿He asumido mi responsabilidad como bautizada de anunciar el Reino?

 

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