1 de octubre 2024

Tomó la decisión de ir a Jerusalén

(Lc 9,51-56)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Octubre, mes de las misiones, nos recibe con la memoria de una joven Santa Teresa de Lisieux, conocida como Santa Teresita del Niño Jesús. Patrona universal de las misiones. Teresa creía que no era necesario llevar a cambio grandes actos heroicos, o grandes obras, con el fin de alcanzar la santidad. (Libro Historia de un Alma)

En el Evangelio de hoy escuchamos que Jesús tomó el camino hacia Jerusalén. En primer lugar, muestra lo resuelto que estaba a emprender este camino, su Getsemaní. En segundo lugar, nos dice que era muy consciente de su destino y de lo que le esperaba en Jerusalén. Lucas escribe que Jesús se dirigió decididamente a su Pasión. Se tratará de un camino no exento de dificultades y, de algún modo, de un largo proceso de aprendizaje para los discípulos. Por eso, nos hace una llamada a la conversión, porque es el camino de respuesta a la voluntad de Dios. Mirando hoy la actitud de Santiago y Juan, cuando le piden a Jesús que dé una lección a los obstinados samaritanos, “Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y acabe con ellos?”, nos recuerda la importancia de la humildad. Santiago y Juan al querer invocar fuego del cielo, muestran una actitud de superioridad y juicio. Jesús por otro lado, muestra humildad y comprensión. Nos enseña que no debemos considerarnos superiores a los demás, sino que debemos servir y amar a todos independientemente de sus creencias o acciones.

 

Preguntémonos: ¿Qué aprendemos hoy de la pedagogía de Jesús con sus discípulos que quieren vengarse de los samaritanos?

    

Oremos: Señor Jesús, que diste tu vida por nuestra salvación, ayúdanos a continuar construyendo tu Reino de paz, justicia y amor. Infunde en el corazón de todos los cristianos el deseo de transmitir tu Palabra. Amén.

 

Actuemos: En nuestra vida diaria, es fácil dejarse llevar por las emociones y reacciones con ira o resentimiento. Sin embargo, este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestra verdadera naturaleza y misión. Al igual que Jesús, estamos llamados a responder con amor y comprensión incluso ante el rechazo o la adversidad.

 

Recordemos: La misión de la Iglesia es conformarse a la persona y al misterio de Cristo; una conversión que compromete toda la vida, dejando al Señor la tarea de abrir las puertas de la misión y conmover los corazones de las personas.

              

Profundicemos: “Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y acabe con ellos?”

 

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