17 de septiembre 2024

“¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!”

(Lc 7,11-17)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

El evangelio de hoy nos dice, que Jesús al contemplar el panorama tan desolador que deja a su paso la muerte, siente compasión por la viuda que va a enterrar a su único hijo. La cual, tras su muerte, queda totalmente desprotegida, es decir, sin un varón que la acompañe e interceda por su bienestar como sucedía en ese contexto. Experiencia, que ante el milagro de la vida que Jesús obra en su hijo, hace que brote de su pueblo una profunda exclamación: “Dios ha visitado a su pueblo”. Palabra que también debe movernos a nosotros hoy, a ser personas más cercanas y solidarias con quienes viven circunstancias de dolor, duelo, angustia y sufrimiento.

 

Preguntémonos: ¿De qué nos sirven los carismas y los dones que tenemos? ¿los usamos solo en pro de nuestro beneficio? He ahí la gran responsabilidad de llamarnos bautizados. No somos islas ya que, nuestra fe en su dimensión comunitaria, nos impulsa a no pasar de largo ante quien sufre.

    

Oremos: Señor Jesús, que como tú también nosotros podamos compadecernos ante los sufrimientos de los demás y comprometernos en la búsqueda de soluciones. Que motivados por tu ejemplo, experimentemos que nuestra fe tiene una dimensión comunitaria. Amén.

 

Actuemos: con mayor humanidad, cercanía y honestidad.

 

Recordemos: que en el camino estamos y para lograr cosechar, hay que sembrar. Es tiempo de mirar ¿cómo estamos sembrando y que esperamos recoger?

 

Profundicemos: en la enseñanza que nos deja el evangelio de este día.

 

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