“¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?”
(Lc 6,1-5)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
En el evangelio de este día, los letrados no aprueban las obras de Jesús en sábado y buscan qué hacer con Él. “El Sabbat”, el séptimo día de la semana, es un regalo de Dios al pueblo de Israel para que lo pueda vivir alabando al Señor como el dueño absoluto de la creación. Podríamos afirmar que todo es don y gracia. Sin embargo, con el pasar del tiempo, lo que fue entregado para conocer el amor y la ternura del Padre, se fue convirtiendo en una camisa de fuerza que no dejó espacio para la misericordia y la compasión. Jesús, se podría decir, que vivió una especie de “secuestro” por quienes, creyéndose los guardianes de la fe, se colocaron por encima de la Ley. La pedagogía del Señor ha consistido siempre en enseñarnos que, cuanto somos y tenemos, es gracias a otras personas que nos lo han entregado. La fe es esencialmente testimonial, pues crece en la medida en que somos capaces de transmitirla, y eso, la convierte en una experiencia comunitaria.
Preguntémonos: ¿Qué está permitido hacer: El bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?
Oremos: Gracias, Señor, por tu misericordia y por lo bueno que eres conmigo y con mis hermanos. Ayúdame a compartir tu bondad, con todos aquellos que encuentro a diario en mi camino. Amén.
Actuemos: Evaluémonos cada noche y descubramos cómo nos hemos comportado con el prójimo: ¿hemos sido amables, cariñosos o asequibles, como lo ha sido Dios con nosotros? Hagamos conciencia de nuestras actitudes y busquemos la forma para mejorar en algo cada día.
Recordemos: que el ser humano es un dinamismo integral y que hemos de tratar de ser más coherentes entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos.
Profundicemos: Todo en la vida tiene una razón de ser y Dios insiste llamándonos para alabarlo con la vida, ya que Él, es nuestro único Dueño.
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