24 de agosto 2024

“Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño”

(Jn 1, 45-51)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Celebramos hoy la fiesta del apóstol Bartolomé, a quien el evangelio de san Juan llama Natanael, el mismo al cual Felipe le dice: “Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret”. Y Natanael, con cierto escepticismo manifiesta: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”. Entonces Felipe le hace una invitación: “Ven y lo verás”. Para llegar a una experiencia significativa de encuentro con Jesús es necesario ponernos en camino. Este “ven” hace que Natanael se ponga en movimiento, no solo físico sino también espiritual. En este contexto vocacional, cuando “vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: “Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño”, inmediatamente reacciona y responde: “¿De qué me conoces?”. Pregunta que nos lleva a reconocer que, aunque nosotros no tengamos el suficiente conocimiento del Señor, él sí nos conoce y nuestra vida no se oculta a su mirada. Jesús le responde: “Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. Palabras que llegan al corazón de Natanael y lo llevan a proclamar su profesión de fe: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”. 

 

Preguntémonos: En nuestro caminar de vida cristiana siempre encontramos personas que iluminan nuestra vida de fe, pero para llegar a conocer a Jesús es necesario ser auténticos, porque no bastan solo las palabras sino una vida unificada. En nuestro examen de conciencia hoy podemos preguntarnos ¿soy lo que soy delante de Dios y frente a los hermanos? 

       

Oremos: Señor, tú conoces todo de mí, sabes de mi pasado, mi presente y también aquello que pienso y sueño para el mañana. Hoy que tu mirada se posa sobre mí, solo puedo decirte tómame y envíame como mensajero de tu Evangelio. Amén.

 

Actuemos: Permanecer en la verdad.

 

Recordemos: Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: “Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño”.

 

Profundicemos: Nada de nuestra vida esta oculto a los ojos del Señor, Él nos conoce, nosotros debemos tomar en serio el propósito de conocerlo.

 

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